Historia de un raro linaje.
El payaso enflaqueció del puro susto. La princesa se cayó a la alberca, y se convirtió en un sapo. El rey, acongojado, mandó llamar a todos los magos y hechiceras del reino para que revirtieran aquella aberrante situación. Ningún sortilegio sirvió. Todos estaban preocupados. Llegaron más brujas y alquimistas. Nada de nada. El sapo sólo croaba. Y el croar reverberaba en la cabeza colectiva, haciendo que todos vivieran sus días y noches con sorna.
El director del periódico real mandaba a sus periodistas a investigar fórmulas, a hurgar en el pasado de los reyes, a entrevistar a todos los conocedores de la magia negra, blanca y amarilla. Pero nada; la saprincesa croaba y croaba.
Un día el rey, taciturno, caminaba por los jardines de palacio. Aunque no podía dejar de pensar en la desgracia de su hija, tenía que seguir los asuntos políticos y económicos de sus territorios. Una guerra entre dos reinos lejanos, pero amigos, se sumaba a la congoja. Bueno, pues por ahí andaba cuando escuchó unos muy singulares sonidos guturales y labiodentales. El rey dio un paso, aguzó el oído, frunció el ceño y, sigilosamente, comenzó a buscar el lugar de donde provenían los ya identificados gemidos y gruñidos. Un arbusto movíase sospechosamente. El rey palideció y se paralizó antes de abrir por completo los dos ojos para horrorizarse ante la escena. Su mujer estaba haciendo el amor con un cocodrilo. El cocodrilo no mordía ni acariciaba. Estaba holgadamente atado a una roca inmensa. Y la reina hacía lo que sabía y podía.
Una vez que la escena le hizo click al rey, gritó, vociferó, aulló, lloró, tosió, escupió y siguió llorando. Seco de cara, con voz grave y pausada, mandó llamar a la guardia real. Los peones subieron a la reina, así encuerada, al calabozo de la torre. Pero ella no podía emitir palabra. Desde su nacimiento era muda, lo cual le complicaba siempre las circunstancias.
El rey comenzó a ligar cabos mientras escuchaba el croar de su hija, del otro lado. "¡imposible! ¿Con un sapo?" Subió la larga escalera que llevaba al calabozo y pidiole a la reina una explicación. Los dibujos que ella intentó hacer en la pizarra obnubilaban más las posibilidades de comprensión del rey. Sin embargo, algo pudo entender... era ella quien había sufrido un hechizo.
Al día siguiente volvieron a desfilar por los pasillos de palacio, magos, brujos, hechiceros, alquimistas y prematuros científicos. En reunión general decidieron ir a ver a la reina para inspeccionarla.
Un viejito enano y contrahecho, pero de elegante apariencia, sacó un libro de su cabellera y comenzó a buscar en él...."sexo con reptiles.....víboras, sapos, ranas, cocodrilos, lagartijas.... ¡Ajá! Lo tengo." Y pidió entrar al calabozo él solo.
Cuando salió, llevole la respuesta al rey. En un frasquito había una lagartija. El rey no podía entender lo que pasaba. Pero el viejito enano lo explicó con lujo de detalles.
Yo resumiré aquí contando la historia que pasó de generación en generación, y que me contó mi abuela: En realidad, la reina era una serpiente que apareció en la canasta de una bebé princesa, y la mató. La reina madre de la bebé sufrió tanto que le pidió a una bruja diera castigo a la serpiente. Entonces, contra su voluntad, la bruja convirtió a la serpiente en mujer, y la hizo muda. Pero la reina madre, no conforme con ello pidió que esa mujer sufriera de manera más intensa. Y fue a ella misma a quien se le ocurrió el hechizo: que la mujer muda sintiera un deseo sexual irrefrenable por cualquier reptil, y que...si tenía descendencia, que toda ella fuera reptilínea. Así satisfizo la reina madre su sed de venganza. Después mandó matar a la bruja, para que nadie supiera nunca la verdad. Pero como nunca ha sido fácil acabar con una bruja, el verdugo encargado de hacerlo hizo un pacto con ella a cambio de no morir él también en el intento. La bruja le dio el libro de sus memorias y le pidió que lo usara sólo como fuente de información, pues ninguno de los hechizos que había realizado durante sus cuatrocientos mil años de vida podría revertirse después de su muerte.
Cuando el rey escuchó toda la historia, impávido, soltó un par de lágrimas. Entonces, pidió ser convertido en cocodrilo.
Y colorín colorado.

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