irrumpieron en mis jaulas los peces rotos
las señoritas de la plaza dejaron sus vestidos verdes
para correr a la tienda de mermeladas
una plastilina de colores revueltos tengo en el lugar de los sesos
llorar, si se pudiera
lavo los trastos rotos
reconstruyo el sueño en que se aventó mi abuela, bruja buena;
la caída en el abismo era su vuelo hacia el confín de nuestras habitaciones
cortaron con picos los colibríes mis nudos
y las señoritas regresaron con tarros para untar en la coraza
cantar en son jarocho, si pudiera
rimo mi loca con mi boca
sencillamente vuelvo a ser la que regresó de allá abajo con tres rasguños
y se sacó de los adentros un coágulo de sangre sin vertir
amor en una concha color esmeralda,
cojo y veo estrellas en el huasteco húmedo,
me recreo en la urdimbre ocre del sol de una gorda sierra
la carretera, primer zona abierta de mis últimos andares
llegaron de visita los vendedores de pescadillas
e instalaron sus tiendas de campaña en mi memoria distraída
camino enfundada en un par de tennis arruinados
soy la pequeña que se fue de bruces por accidente, la que se arrojó sin miramiento en las montañas heladas, la que sigue a su abuela en una alfombra invisible
busco la vejez como quien encuentra un tesoro
las señoritas de la plaza dejaron sus vestidos verdes
para correr a la tienda de mermeladas
una plastilina de colores revueltos tengo en el lugar de los sesos
llorar, si se pudiera
lavo los trastos rotos
reconstruyo el sueño en que se aventó mi abuela, bruja buena;
la caída en el abismo era su vuelo hacia el confín de nuestras habitaciones
cortaron con picos los colibríes mis nudos
y las señoritas regresaron con tarros para untar en la coraza
cantar en son jarocho, si pudiera
rimo mi loca con mi boca
sencillamente vuelvo a ser la que regresó de allá abajo con tres rasguños
y se sacó de los adentros un coágulo de sangre sin vertir
amor en una concha color esmeralda,
cojo y veo estrellas en el huasteco húmedo,
me recreo en la urdimbre ocre del sol de una gorda sierra
la carretera, primer zona abierta de mis últimos andares
llegaron de visita los vendedores de pescadillas
e instalaron sus tiendas de campaña en mi memoria distraída
camino enfundada en un par de tennis arruinados
soy la pequeña que se fue de bruces por accidente, la que se arrojó sin miramiento en las montañas heladas, la que sigue a su abuela en una alfombra invisible
busco la vejez como quien encuentra un tesoro
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