me refrío. me recaliento. sudo, y me humedezco en mis aposentos. no me baño. sigo sudando. un dragón me recorre los adentros. expulso eso biscoso. me duele. ay!, el oído me duele. ay!, añoro los musgos donde llovía y yo era lozanía. parezco una vieja. soy una vieja. corro por los treinta. se me hace agua la boca tenerlos en mis manos, apretarlos, presumirlos. soy demasiado joven. no hay plan, no hay, plan. puro refrito. qué güeva me doy. a veces. a veces no. cuando me aburro me doy harta güeva. me aburro cuando me agüevo. es un maldito círculo vicioso en el que me quedo atrapada desde que empecé a tener los veintitantos. qué horrible década. ya pasará. ya seré vieja. seré un refrito más, y este mecanismo automático de circulación forzosa se habrá descompuesto muchas más veces. sudaré y sudaré hasta engrosarme la piel con una nata de mis años. no me bañaré. seguiré expulsando moco y añorando los musgos en que me recostaba sin pensar en nada. seré la misma vieja o la misma joven. de cualquier manera retozaré con mis cachorros imaginarios, esté desnuda, vestida, dormida o despierta. y no me aburriré.
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Gracias Gabor Maté, te amo.
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Comentarios
(saludos enlibrados de este hemíptero también estrnudoso)