POR LO MENOS AGUANIEVE.
Tea escucha que va a nevar. Se forra de pies a cabeza, y sale a caminar. Las calles de esa ciudad no le dicen nada. Él frío penetra la tela de los guantes, y los dedos de las manos se entumen. Así tiene entumidasl a mirada y la gana.
Un día caminó por una ruta distinta; se sentó en un diferente café, y pidió lo que no pedía. Y algo pasó. Desde entonces espera la nieve, como quien espera la vida. Su vida es un hueco de grises, un dolor de coyunturas. A veces siente que no hay regreso, que hay sólo piedras. Así que espera a que caiga, por lo menos, aguanieve. A ver si algo la mueve.

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