Caracoles

Algunos caracoles escriben libros y luego se dejan morir con ellos en un charco de sal, esto reporta David Ojeda en un minucioso tratado sobre los testigos del jardín. De ahí se desprende que en los jardines hay lunares de sal, ojos que acechan desde el césped, en ellos mueren las hormigas; las libélulas y los caracoles; las arañas y las mariposas. Lo que verdaderamente importa de todo este asunto son los libros, ocultos bajo costras blancas, marchitos. En todos los jardines hay libros de sal que narran historias de sal en escenarios de sal. Pero también es cierto que en todos los libros hay jardines, desiertos, ríos de caracoles que van al mar para morirse.

Norberto De la Torre

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