el aire fresco entra por la ventana. la habitación está templada. mi cama al lado de los árboles, los pájaros, las personas... mi barrio está dormido. no resuena el bailado sincompado de las escobas callejeras. sé que es tarde. sin apetito me suerbo los mocos húmedos de una antaño, allende tristecita...

la infancia era un turrón para acábarselo a lamidas. a mí me atacaba la reuma hasta en las primaveras y papá me untaba alcohol en las rodillas.

¡ay!, no hay nada. sólo este antártico retumbar en mi cabeza de un recuerdo de papel que se deshace con el viento, con el tacto, con el tiempo...

esta grieta en esta tierra. ¿me voy o me quedo? dudosa, no sé a qué distancia del mundanal ruido poner mi antena. mi única franelita por ahora es una espera, es una pera. pera, pera, pera.... lo demás no se chupa. sabe a metal. marea.

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