Casalia, de un proyecto, su gente, la casa que conocí, la fotografía, comunidades inventadas y un fueguito que no se apagó

5.2.06 Casalia cierra... pero no se rinde
Después de casi dos años de resistencia, de aguante, de buscarle, de encontrarle pero perderle, de saber pero no poder... decidimos cerrar el Espacio Cultural Casalia. La única galería especializada en fotografía del sureste de México, un espacio múltiple, pluri, intra. Galería, taller de creación, centro multimedia, biblioteca, fototeca, sala de conferencias, salones de clases, antro clandestino, productora de video... todo en un pequeña casa de menos de tres metros de ancho.No quería hacer esta reseña, no quería hablar del asunto, porque es doloroso, porque un fracaso es un fracaso. Pero la cosa va para adelante. Abajo y a la izquierda. La compañera Ceci había estado llorando los tres días anteriores, como no lloró cuando renunció. pero igual lloraba, se notaba el coraje, la frustración de verlo venir y no poder hacer nada. Decidimos cerrarlo y hacer una fiesta de despedida al mismo tiempo. Fue unos minutos antes de que yo me fuera a Tapachula.Después llegó Luís, entr él y la Ceci desalojaron y empezaron a montar la instalación de despedida. Pero no lograban ponerse de acuerdo. Para cuando llegué, el viernes en la noche, ya no se hablaban. En el dolor de la despedida de nuestro lugar se habían gritado, insultado, lastimado y dicho de todo. La cosa es que el sábado, a las 11 de la mañana, no se sabía que expondríamos por la tarde, en el evento de clausura.Sin saber nada de eso, llegué esa mañana y les pedí, a cada uno por separado que me dijeran sus ideas, sus propuestas de instalación: colgar unas fotos, las que quedaron, las de expos inconclusas, las de muestra, una retrospectiva de todas las que montamos, en fin. Un exposición solemne, reminiscente. Pero no se ponían de acuerdo en qué clase de fotos colgar. En lo único que había acuerdo era en el piso, todo completamente tapado con plástico ese de las burbujitas, pa' tronar. Me gustaban mucho sus ideas, no lograba entender el por qué del desacuerdo. Los junté y les tiré un rollo: "basta de pensar en las visitas, es nuestra fiesta, el velorio de nuestra casalia, estamos tristes y se trata no de que hagamos una expo finolis, pipiris o de tendencia, se trata de que dejemos claro, con una instalación, con una expo o con lo que sea, nuestro estado de ánimo. Y podemos hacer lo que sea, para eso es nuestro espacio, chingados, basta de pensar en lo que irán a decir nuestros cultísimos visitantes, se trata de que a nosotros nos quedé claro, de que dejemos constancia de nuestra situación, de nuestro sentir, y en eso si tenemos acuerdo, estamos enojados y tristes, frustrados y resentidos, pero orgullosos del trabajo realizado".Así, juntamos nuestras ideas, las pusimos en práctica y a las seis de la tarde estaba listo todo para recibir a los invitados. Nunca, en toda la historia de esta galería, habíamos tenido todo listo con tanta premura. Así que decidimos hacer tiempo con algunos detalles técnicos.El piso envuelto en papel burbuja, asegurado con cinta canela, cajas por todos lados con fotos, libros y vidrios, a medio empaquetar. La mudanza.Una pared llena de los carteles de las exposiciones que se hicieron durante nuestro medio año de existencia, en forma de gráfica (o de caracol, dirían algunos), en picada, en caída libre al suelo.Otras dos paredes con las fotos del recuerdo, ese espacio, reservado para la foto mamona, la foto artística, por fin se vio invadido de malas fotos, de fotos donde lo importante es la historia, los personajes, la anécdota, no la luz ni la composición (asunto a lo que ayudó el fotolab, todas sobreexpuestas a cambio de que salieran en tiempo record). La historia de casalia no podía ser contada más que en foto, en esas fotos, con todos los eventos que hicimos, con todos los personajes que nos visitaron, con una museografía tan mala que podía haber sido la colección de fotos de Kiki Suárez o una exposición de Rockultura.Arriba de la ventana, una mesa colgando, debajo de la mesa, una fotografía de Efraín Ascencio. Al otro lado, hacia la calle, un par de cruces y fotos de María MC, anunciaban muerte y advenimiento.En la segunda sala estaban las cajas semiembaladas, sillas colgando de la pared, llenas de fotos amontonadas. las otras dos paredes se las dedicamos a los creadores locales: puros marcos vacíos, que seguían esperando la llegada de sus huéspedes o un cambio en las políticas culturales del Estado mexicano.Frente a la ventana de esa sala, el buen Cisco en una televisión: "esto no ser un galería" repetía incansablemente, con un peach juguetón que lo hacía ser más lento o más rápido, según el número de visitantes que tuviera la sala. Lo grabamos en la mañana y la Ceci lo editó en un ratito. Por la noche, cuando Cisco se dirigía a Casalia, alguien lo alcanzó para darle una mala noticia y ya no llegó a la expo ni pudo verse. Cuando Shawn me dijo la mala noticia pensé que nuestra tristeza por Casalia pasaba a segundo término, pensé que debíamos quitar a Cisco, callarlo, respetar su silencio y su dolor. Pero luego se me olvidó todo eso y seguimos con la fiesta.Porque en eso se convirtió, como buen velorio, en una fiesta. Se acabaron los primeros tres cartones de chela, y pedimos más, y más, hasta que el chavo del superexpress dio ocho vueltas más. Algunos, como suele pasar en cada fiesta, se descubrieron donjuanes, otros se transformaron en expertos bailarines, otros en detentadores de la historia, otro se convirtió en espía, que grabó todo eso y lo tiene guardado para mostrarlo en la siguiente reunión y avergonzarlos a todos.Seguramente nada malo resultará de esta clausura, seguramente seguiremos caminando, y en el camino, arriaremos.Casalia cierra... pero no se rinde.


Leo:
Por eso que tú ya podrás imaginarte, y que a mí me llevaría mucho trabajo explicarte, el relato de la clausura de Casalia me conmovió muchísimo. Casalia, la casa y el proyecto, y los carne-y hueso que se la inventaron, la habitaron y la despidieron, son algo ya de mí, bien adentro. De esos microsucesos en la vida que me regresan a Calvino: reconocer qué y quién, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar y procurarle espacio. Pienso en lo que Casalia fue, pudo ser. Proyectos de ustedes con personas como ustedes(tú, mi querido excóncubo) en lugares como este (en lo que se parece y se diferencia con mis lugares cotidianos) me renuevan por dentro... Vos ya hiciste que mi perspectiva personal sobre el trabajo cultural colectivo, ciudadano sea otra vez un posibilidad para el trabajo real (como dirían nuestros excompañeros de asamblea). Va el link y la recomendación al fruto ciberespacial de esa comunidad glocal de fotógrafos tan chida. Estamos y seguimos.
Lich

http://www.casalia.com.mx

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