1a.
El Ser no es un sistema,
no es un sistema de sistemas,
tampoco una gran cadena.

El Ser es abismo
o caos
o aquello que carece de fundamento.
Un caos con una estratificación irregular; es decir, con organizaciones parciales,
cada una de acuerdo a los distintos estratos que descubrimos
(descubrir/construir, descubrir/crear) en el Ser.

2a.
El Ser no es sólo en el Tiempo, sino que
es a través del (por medio del, en virtud del) Tiempo.

En esencia, el Ser es Tiempo.


3a.
O el Tiempo es nada o es creación.

Propiamente hablando, el Tiempo es impensable sin creación;
porque, de otra manera, sólo sería una superflua cuarta dimensión del espacio.

Aquí, creación significa, desde luego,
creación genuina y ontológica,
creación de nuevas formas,
de nuevos eidos, para usar el término platónico.

Casualmente, la creación como tal y en su justo sentido nunca fue tomada en cuenta por la teología. Filosóficamente hablando, la creación teológica sólo es una palabra;
un nombre equivocado para designar aquello que en realidad sólo es producción, fabricación o construcción.
La creación teológica sigue siempre (está condenada a seguir) el modelo Timeo:
Dios es un creador,
un artesano que mira los eide (las formas) preexistentes
y los usa como modelos
o paradigmas
en la materia que se forma.
Pero ni en Platón ni en ninguna otra teología racional crea Dios los ejidos.

4a.
Estos hechos fundamentales acerca del Ser, el Tiempo y la creación han sido ocultados
por la ontología tradicional (y, en sus albores, por la ciencia)
porque la ontología tiene que ver, en su corriente principal, con la hipercategoría de la determinidad
(en griego, peras y en alemán, bestimmtheit).
La determinidad conduce a negar el Tiempo,
a la atemporalidad:
si algo está verdaderamente determinado, lo está desde siempre y para siempre.
Y si cambia, ya están determinadas las maneras en las cuales puede cambiar y las formas que este cambio puede traer consigo.
Entonces, los hechos simplemente crean las leyes
y la historia no es sino el desarrollo a lo largo de la cuarta dimensión de una sucesión que,
para una mente absoluta
(o para una teoría científica comprobada),
sólo sería coexistente.
Entonces el tiempo es repetición pura, si no de los hechos, sí de los requerimientos de las leyes.
Para la ontología tradicional es un asunto de vida o muerte negar que el Tiempo es una perpetua posibilidad del surgimiento de lo Otro.
Por razones que están íntimamente ligadas al marco de la determinidad,
la ontología tradicional tiene que reducir los posibles tipos de ser a tres y sólo a tres categorías:
* las substancias (de hecho, cosas),
*los sujetos y los conceptos o ideas
*y los posibles grupos, combinaciones, sistemas y jerarquías de los grupos de substancias, sujetos e ideas.

5a.
Desde este último punto de vista, la pregunta:
"¿Qué es eso,
en qué reconocemos lo que proviene del observador
(de nosotros)
y
qué es lo que proviene
de lo que está allí?"
es, y seguirá siendo siempre, algo indeterminado.

Cornelius Castoriadis

extracto de: "El campo de lo social histórico", ESTUDIOS. filosofía-historia-letras,
Primavera 1986




Comentarios

lefou dijo…
aquello de la atemporalidad me parece muy acertado, somos seres en base a leyes

Entradas populares