¿Cómo me vas a explicar, di,
la dicha de esta tarde,
si no sabemos porqué fue,
ni cómo, ni de qué ha sido,
si es pura dicha de nada?

En nuestros ojos visiones,
visiones y no miradas,
no percibían tamaños, datos, colores, distancias.

De tan desprendidamente
como estaba yo y me estabas mirando,
más que mirando,
mis miradas te soñaban,
y me soñaban las tuyas.
Palabras sueltas, palabras,
deleite en incoherencias,
no eran ya signo de cosas,
eran voces puras, voces
de su servir olvidadas.

[:::]

Y de estas nadas se ha ido fabricando,
indestructible,
nuestra dicha, nuestro amor,
nuestra tarde.

Por eso no fue nada,
sé que esta noche reclinas
lo mismo que una mejilla
sobre este blancor de plumas-almohada
que ha sido alas-tu ser,
tu memoria, todo,
y que todo te descansa,
sobre una tarde de dos,
que no es nada, nada, nada.

Pedro Salinas

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