HORA DE VISITAR A LEONARDO

Una sola cosa,
(o tal vez dos)
he aprendido en todos estos años:
cubrirme siempre la cabeza
(respeto al tiempo tal vez)
y poner en el centro el corazón.



HORA PARA ESCAPAR

Y nos quitamos las botas y la ropa y nos cortamos el pelo y las uñas de los pies
y no pasó nada.
Y nos quitamos los sueños y los complejos y los recuerdos también
y no pasó nada.
Y nos quitamos los ruines deseos y los miedos ocultos
y no pasó nada.
Y nos quitamos cada uno de nosotros
y subimos al fin.


HORA DE CALLAR

Tú y yo estamos de acuerdo
pero no hacemos más que hablar
y nuestras palabras
nos separan.


HORA DE BUSCAR EN LA BASURA

Quizá, dentro de este basurero, puedas encontrar
el pedacito de cartón que hace falta a tu rompecabezas.
Quizá la tuerca que buscas para amacizar esa parte
de ti que cada noche se te cae.
Quizá el rincón olvidado de tu casa.
Quizá el pez azul de tu locura.
Quizá el escudo de
uno de tus apellidos.
Quizá la sombra.
Quizá el hueco que dejan las lágrimas al escapar.
Quizá el verano.
Quizá la fecha de tu consagración.
Quizá una flor, o una sonrisa.
O quizá, nada.


HORA DE ENCENDER LA LUZ

Por momentos la luz se hace y nos permite descubrir
nuestros rostros asustados.
Por momentos la luz se hace y nos permite descubrir
nuestros rostros cercanos y alertas.
Por momentos la luz se hace y nos permite descubrir
nuestros rostros ya juntos,

y la luz permanece.


HORA DE SALIR

No saber con certeza,
no conocer una respuesta.
Preguntar solamente por la puerta,
y salir algún día.


Alfredo Castañeda, Libro de horas, 2005

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