Novo Pírez en la ciudad.
Novo Pírez salpica cuando habla. No dice mucho, pero se emociona harto si puede dar su opinión. El parabrisas de su taxi tiene ya una capa de gotas blancuzcas, producto de sus conversaciones ruleteras. Se detiene ante un semáforo cuya luz es intensa. Pero azul. Novo no sabe qué hacer, ¿seguir?, ¿dejar pasar?, ¿detenerse?, ¿hasta cuándo? ¿Será una nueva señal urbana? Novo tiene el auto encendido, pero duda. Pasajero a bordo, y con prisa, lo hubiera presionado para tomar una decisión. Pero está solo. Y lo peor es que no fuma, y no hay alguien a la mano para preguntar. No hay carros a la redonda. Todo esto comienza a rascarle donde pica. Toda la vida le enseñaron cómo moverse; si verde, sigue; si rojo, para; si amarillo, calcula. ¿Azul? Novo Pírez encoge los hombros. Apaga el auto, y lo abandona, en medio de aquel nocturno desierto asfáltico.
Novo Pírez salpica cuando habla. No dice mucho, pero se emociona harto si puede dar su opinión. El parabrisas de su taxi tiene ya una capa de gotas blancuzcas, producto de sus conversaciones ruleteras. Se detiene ante un semáforo cuya luz es intensa. Pero azul. Novo no sabe qué hacer, ¿seguir?, ¿dejar pasar?, ¿detenerse?, ¿hasta cuándo? ¿Será una nueva señal urbana? Novo tiene el auto encendido, pero duda. Pasajero a bordo, y con prisa, lo hubiera presionado para tomar una decisión. Pero está solo. Y lo peor es que no fuma, y no hay alguien a la mano para preguntar. No hay carros a la redonda. Todo esto comienza a rascarle donde pica. Toda la vida le enseñaron cómo moverse; si verde, sigue; si rojo, para; si amarillo, calcula. ¿Azul? Novo Pírez encoge los hombros. Apaga el auto, y lo abandona, en medio de aquel nocturno desierto asfáltico.
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