Se me han subido todas las hormigas al cuerpo por andar demasiado cerca husmeando el hormiguero.

Al mismo tiempo me pasa lo que en aquel sueño: tengo la misión de meter todos los pollitos en un corral, pero son tantos que no lo logro; se alejan de mí, se me caen, se me escapan los que acabo de atrapar. Me piden entonces que cuide a los patos, pero los patos van como tontos nadando en una canaleta que los guiara irremediablemente al molino de agua, en donde morirán por aplastamiento.

Mientras esto ocurre llueve sobre mojado. No traigo el calzado adecuado, los viejos tennis tiene grietas por donde se me cuela el agua. No tengo paraguas ni impermeable.

Cuando sale el sol mi epidermis de lagartija azteca me suplica que la deje reposar. Acepto, descanso. Revolotean en mi cabeza cantidad de pensamientos insecticios. Unos hacen bzzz, otros sólo se estrellan como abejorros tontos contra la corteza dura de mi conciencia.

Me duele la garganta. El tabaco me sabe mal. No tengo tiempo para sentirme triste. Nomás transito.

Había planeado hacer un ayuno de té y pasitas el día de doy, pero pasado meridiano me dio hambre y me cociné una quesadilla con jitomate y salchica de pavo partida a la mitad. Después salí de casa, crucé la avenida por su parte más gorda y peligrosa. Me compré un café; no le puse azúcar. Di dos vueltas idiotas para pasar de refilón por donde trabaja un chico que me gusta. Me sentí más idiota al imaginarme la posibilidad de encontrarmelo. ¿Qué, me lo encuentro y le ofrezco el desastre que soy hoy?

De vuelta en casa estoy chapeteada. Quiero trabajar en la base de datos 1, la aburrida, pero el ánimo no me da. Me disperso con otras cosas. Quiero hacer títeres, pienso. Recuerdo lo estructurada que puedo ser cuando me dedico a lo que me hacer crecer, compartir, crear, soñar, estar con otrxs. Me tomo un vaso de agua inmenso, quiero despertar, pero no puedo.

Escucho unas entrevistas en italiano y entiendo todo. Me sorprendo. Para medirme, pongo un par de poemas en francés. Voy entendiendo más. Con el francés batallo más, necesito diccionario y paciencia, pero me encanta cómo suena. Me recuerdo en mis experimentos de traducción de portugués (que hasta me publicaron en una revista de poesía), y recupero un poco del último pedazo de autoestima que se llevó el pollo más grande. Soy buena con los idiomas. El lunes pasado Santi me pidió que cuando me sienta así recuerde que tengo una mente lúcida y un gran sentido del humor con que combatir el desánimo. Leo un par de mensajes que me apapachan sin saberlo. Me veo aludida en las letras de buenos amigos, y alcanzo un gran respiro.

Estuve mascando la tentación de dormir, pero pude combatirla. No fumé. Tomé mucha agua. Me comí una manzana, y unas pasitas. Observé el dibujo que hice ayer en la madrugada, en la huelga: me encantó. Mi cabeza, ya aquietada, se dispuso a trabajar en la base de datos 1, la aburrida. Urge que entregue resultados, y recién me entero que está de locos conseguir en un par de días toda la información que me falta. Tonta, creí que podía; minimicé los tiempos, y ahora soy otra vez el perrito de Pavlov que le voy dando a conocer al Róber. ¿Por qué opero con la culpa? Odio este patrón de comportamiento. Odio este círculo. Me molesta conocerme así; me saboteo, me pongo trampas, y luego me culpo. ¿Cómo para qué? ¿Cómo salgo de aquí? "Trabaja", me dice la institutriz que me acompaña siempre.

Por fin, me pongo a trabajar. Estoy en eso ya concentrada, cuando me llama la encargada de la base de datos 2, la que no es tan aburrida, pero sí un titipuchal de talacha, aparte de que está llena de errores y omisiones. Y me dice que casi se quiere cortar las venas, que acaba de descubrir unos problemas tremendísimos y garrafales en la última base que le mandé. A mí se me baja toda la sangre hasta los pies, me arde la garganta, se me engarrota la espalda; frunzo el ceño. La quiero revisar en mi compu, mientras hablamos por teléfono, pero la compu se alenta, se traba, se pasma. ¡Maldita sea! ¡Que alguien venga a cantarme un tango! Necesito que alguien venga a burlarse de mí, a hacerme cosquillas. Bueno, no da tiempo, regresa la compu, revisamos las bases. Tiene problemas. Ella está segura que yo moví todo, yo estoy segura de que no. Le propongo vernos mañana en la noche en los Estudios para "resolver" la bronca (la bronca es que "resolverlo" va a llevar su tiempo).

¡Uff! y mañana hay asamblea. Es importante esta porque discutiremos el plan B. Es largo de explicar ahorita. Pero está cabrón, es apenas un poco más complicado que todo lo anterior. La ventaja es que somos muchxs pa' pensarlo-hacerlo. La desventaja es que muchas cabezas a veces no sólo no piensan mejor que una, sino que piensan peor, sobre todo cuando reina la desmoralización. La incertidumbre me inquieta. A lo mejor la única aprehensiva soy yo. Espero. De todos modos sé que mañana habrá harta risas colectivas. Haré de comer, para contentar los corazones. Veré a Tania, y me apaciguaré.

Abue no está en casa, pues se puso más enferma anoche que no llegué. Mi papá vino a verla, pero no la encontró; platicamos, estuvo chido, tomamos té de hierbabuena y salimos a la lluvia chisposa a fumar un cigarro. O sea que siempre sí fumé.

Mi capital global ronda los $60.00 pesos.

Enfrentaré lo que resta del día con agua, I-Ching, una mini-sesión de dibujo a plumas y plumones de colores, mi selección youtubesca de música en inglés. Y encararé a la noche con un par de respiraciones profundas.

Con todo, me siento plena, instalada en la vida, entera, aquí... Gracias al artificio de la escritura, me siento por dentro más naranja que azul. Ha de ser por las hormigas...

Extraño a la Yudi y al Sanx.

Comentarios

Entradas populares